¿Qué es variolización?
Este término proviene de lo sucedido con el combate contra la viruela. La variolización, inoculación de la viruela o variolación, es una técnica de profilaxis que quiere decir prevención de la enfermedad.
Este procedimiento se aplicaba antes de la invención de la vacuna por el británico Edward Jenner. Dicha técnica consiste en hacer una incisión en la piel del individuo y ponerle el polvo de las costras de viruela, luego se le cerraba la incisión y se dejaba a la persona aislada de las demás hasta que la enfermedad le atacara de manera leve, hasta lograr su recuperación
Practicada originariamente en China y la India. En la India, les ponían a los niños las ropas de los enfermos de viruela que estaban impregnadas de las materias contenidas en las pústulas variolosas; se cubrían con las mismas ropas las heridas.
El conocimiento del método se transmitió a los pueblos del entorno del Asia menor y Oriente próximo, Cefalonia, Tesalia, Constantinopla, el Bósforo, donde era utilizado por las clases populares como prevención de la enfermedad. La variolación por inoculación debajo de la piel fue conocida en Europa, a principios del siglo XVIII, principalmente, por una comunicación del médico italiano Timoni e introducida, en 1717, por Lady Montagu, esposa del embajador inglés en Constantinopla, quien hizo variolizar a sus hijos por un médico griego, y enfermó a los niños levemente, quienes se recuperaron con rapidez, por lo que la dama difundió la noticia entre numerosas familias de la nobleza.
La virulencia
Virulencia deriva del latín virulentus que significa «lleno de veneno» y designa el carácter patogénico y nocivo de un microorganismo, como una bacteria, hongo, protozoo, microalga o virus, o en otras palabras, la capacidad de un microbio de causar enfermedad.
A los organismos que se les ha inhibido su virulencia se les llama atenuados, y es el principio de base de la vacunación. Estudios también han demostrado que ciertas políticas sanitarias pueden disminuir o acentuar la virulencia de un organismo.
La habilidad de una bacteria de causar enfermedad es descrita en términos del número de bacteria infectante, la ruta de entrada al cuerpo, los efectos de los mecanismos de defensa del huésped y las características intrínsecas de la bacteria llamadas factores de virulencia.
La patogénesis mediada por el huésped es con frecuencia de importancia porque este puede generar una respuesta agresiva a la infección con el resultado de que los mecanismos de defensa son los que causan los daños a los tejidos del hospedador mientras la infección es contrarrestada. (como sucede con las formas graves del SARS COV 2) (Castro-Sansores & Góngora-Biachi, 2003)
Hipótesis del uso del cubrebocas durante la pandemia del virus SARS COV-2
Mientras esperamos a que nos toque la vacuna, podemos usar cubre boca o mascarilla con el principio fundamental de, si estamos infectados o portamos el virus, no lo dispersemos.
Esto es importante de entender. En un quirófano el cirujano se cambia la ropa con la que viene de la calle, se pone ropa estéril encima, se cubre el pelo, usa mascarilla y guantes de goma, no para que el paciente no nos infecte a nosotros, se usa para que nosotros no le trasmitamos ninguna bacteria en la herida que se va a realizar en el quirófano. Sirve también como barrera para no respirar grandes cantidades de virus, bacterias que hubiera en el ambiente, pero a menos que sea un cubre boca especializado puede permitir el paso de una cantidad mínima de los agentes infectantes. Por tal motivo en octubre de 2020 se publicó en la prestigiada revista The New England Journal of Medicine un artículo en donde expone que el uso de mascarilla tiene un efecto de Variolización.
En este artículo cita: «A medida que el SARS-CoV-2 continúa su propagación mundial, es posible que uno de los pilares del control de la pandemia de Covid-19, el enmascaramiento facial universal, pueda ayudar a reducir la gravedad de la enfermedad y garantizar que una mayor proporción de nuevas infecciones sean asintomáticas.»
Si se confirma esta hipótesis, el enmascaramiento universal podría convertirse en una forma de “variolación” que generaría inmunidad y, por lo tanto, ralentizaría la propagación del virus en los Estados Unidos y en otros lugares, mientras esperamos una vacuna.
Si el inóculo viral es importante para determinar la gravedad de la infección por SARS-CoV-2, una razón hipotética adicional para usar máscaras faciales sería reducir el inóculo viral al que está expuesto el usuario y el impacto clínico posterior de la enfermedad.
Dado que las mascarillas pueden filtrar algunas gotitas que contienen virus (con la capacidad de filtrado determinada por el tipo de mascarilla), el enmascaramiento podría reducir el inóculo que inhala una persona expuesta.
Si esta teoría se confirma, el enmascaramiento de toda la población, con cualquier tipo de máscara que aumente la aceptabilidad y la adherencia, podría contribuir a aumentar la proporción de infecciones por SARS-CoV-2 que son asintomáticas.
La CDC (Centro para Control y Prevención de Enfermedades) estimaron que la tasa típica de infección asintomática con SARS-CoV-2 era del 40% a mediados de julio, pero se informa que las tasas de infección asintomática son superiores al 80% en entornos con enmascaramiento facial universal, lo que proporciona evidencia observacional de esta hipótesis.
A los países que han adoptado el enmascaramiento de toda la población les ha ido mejor en términos de tasas de enfermedades graves relacionadas con Covid y muerte, lo que, en entornos con pruebas limitadas, sugiere un cambio de infecciones sintomáticas a asintomáticas.
Todo esto a pesar de lo que ha dicho nuestro flamante presidente. ¡Probablemente llegará a ser el único que no use cubre boca, dejémoslo y nosotros hagamos la tarea!
Manténganse bien informados para tomar decisiones acertadas, ya que el proceso de vacunación será lento y la inmunidad adquirida en efectividad estaría alrededor entre el 60 y 90% según la vacuna que nos toque y la duración de la inmunidad, aún no se sabe con certeza, podría estar entre 4 a 6 meses.
Bibliografía
Castro-Sansores, C. J., & Góngora-Biachi, R. A. (2003). Síndrome Respiratorio Agudo Severo: la primera epidemia del siglo XXI. Recuperado el 11 de 2 de 2021, de http://revistabiomedica.mx/index.php/revbiomed/article/view/346
Rueda, J. J. (2008). a inoculación de la viruela y de la vacuna entre el empirismo (siglo XVIII) y la experimentación (siglo xiX). Primera parte: la variolización. Recuperado el 11 de 2 de 2021, de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5520340
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